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Valley Settlement es un ejemplo de participación comunitaria en Colorado

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Cuando los padres atraviesan momentos complicados, es difícil que los niños prosperen. Pero cuando las familias y las comunidades salen adelante, los niños tienen mejores oportunidades de alcanzar el éxito. Esta filosofía impulsa el programa para familias en Valley Settlement, ubicado en Roaring Fork Valley en Colorado. Por eso los programas y servicios que ofrece se centran en abordar ambas generaciones, tanto niños como padres. Desde centros preescolares móviles hasta educación de adultos y tutorías para padres, Valley Settlement creó sus programas a partir del reconocimiento de la estrecha relación que existe entre muchas de las familias latinas a las que la organización ayuda y, a menudo, incluyen a los abuelos, tías, tíos, primos y más.

La organización encarna la filosofía de la Fundación W.K. Kellogg de que las comunidades saben inherentemente lo que necesitan y cómo resolver sus propios problemas. Esto se ve reflejado en el corazón de lo que la organización hace, empezando por escuchar.

Antes de su lanzamiento en 2011, la organización llevó a cabo más de 300 entrevistas con familias inmigrantes durante nueve meses. Muchas organizaciones describen a estas familias como “difíciles de contactar”. Enviaron entrevistadores bilingües y biculturales, quienes llevaron a cabo estas conversaciones, a menudo en las mesas de sus casas o cocinas, y así empezaron a enriquecer la relación y a obtener un mejor conocimiento.

“Somos una organización que siempre escuchará primero,” mencionó Kenia Pinela, directora de los programas e innovación en Valley Settlement. “Sabemos que escuchar a las familias nos permite responder a sus necesidades y aprovechar sus fortalezas para hacer una gran diferencia en su comunidad”.

Mediante esta gira de escucha, los líderes de Valley Settlement se enteraron de muchas fortalezas y necesidades, pero uno de los hechos más llamativos fue que menos del 1 % de los niños de estas familias estaban inscritos en el preescolar. Muchos de los padres a quienes se entrevistó tenían licenciaturas o eran profesionistas en sus países natales, pero en EE.UU esos títulos y experiencia no eran reconocidos del todo. Los padres informaron que se encontraban desconectados de las escuelas, los servicios y los trabajos.

Los programas iniciales creados por Valley Settlement se diseñaron para abordar estas necesidades especificas.

Llevar la educación preescolar a las calles de los vecindarios

Un ejemplo es El Busesito Preschool. En este programa, una flota de “pequeños autobuses“ viajan a los diferentes vecindarios para brindar a los niños educación preescolar bilingüe a la que, de otra manera, no tendrían acceso. Equipados con una base sólida en conocimientos sociales y emocionales, estos estudiantes llegan cada año al kínder listos para aprender junto a sus compañeros. Los padres están involucrados como socios en la educación de sus hijos por medio de voluntariados, visitas a sus hogares cada mes y cuatro noches familiares al año.

“El bien que [El Busesito Preschool] le hizo a mi hija también se reflejó en nuestro hogar, porque los maestros nos dieron tarea para llevar a casa, así como actividades que podíamos realizar con [mis hijos]… y también nos ayudó a entender lo que ella está aprendiendo y que hay maneras divertidas de que todos aprendamos,” mencionó un padre de El Busesito Preschool.

La directora ejecutiva de Valley Settlement, Maria Tarajano Rodman, describe el programa de centros preescolares móviles no solo como un programa de educación temprana, sino como uno de desarrollo del liderazgo y orgullo familiar. Describió el caso de Gloria, una niña de 3 años. Un día, en los inicios de su gestión en Valley Settlement, Tarajano Rodman visitó uno de los autobuses para observar y aprender. Diez minutos antes de que las puertas se abrieran, ella escuchó una vocecita que decía “Maestra, maestra, ya voy”. Gloria iba caminando 10 a 20 pasos delante de su abuela para tomar el autobús. 

La dejaron entrar primero, y Gloria se dio cuenta que Tarajano Rodman era una visitante, procedió a enseñarle dónde colgar los abrigos y loncheras, la llevó al área donde empezaron su primera actividad y le habló sobre el horario de ese día. Gloria habló alegremente, hasta que su abuela finalmente la alcanzó y le hizo saber que su papá iba pasar por ella ese día. Para muchas familias, las cuales suelen tener múltiples trabajos y horarios complejos, llevar y recoger a sus hijos del preescolar es todo un problema familiar. Los niños se percatan del compromiso de la familia con su educación y aprenden a valorarlo por sí mismos. “Ese día, pude ver que Gloria sabe que la cuidan y procuran mucho”, mencionó Tarajano Rodman. “Ella se convirtió en esa líder segura de sí misma porque la gente a su alrededor vio eso en ella y lo celebró”.

Este orgullo también se percibe en la ceremonia anual de graduación para los niños de 5 años que ya están listos para pasar a preescolar. Tarajano Rodman mencionó “Se gradúan 50 niños cada año, pero 300 personas asisten a la ceremonia”. Es decir, cada uno trae aproximadamente a 6 invitados. 

Explicó que estas familias no traen con ellas casi nada personal de sus países de origen. La misma Tarajano Rodman solo tiene una foto de su madre de Cuba. Por ello, los diplomas de graduación de preescolar se enmarcan y las familias los cuelgan en sus hogares con orgullo; es una muestra tangible de la nueva vida que están construyendo.

En ocasiones, a los padres se les complica salir del trabajo para asistir a las ceremonias de graduación. Es común ver a los padres arreglarle las corbatitas de moño a sus pequeños con una mano mientras que, con la otra, sostienen la comida que la familia preparó para compartir con la comunidad. Estos detalles retratan a unos padres que han sacrificado mucho —todo lo que conocían en términos de comunidad y cultura— y vienen a un nuevo país con esperanza y resiliencia (pero, también, como mucho miedo y desconcierto) con el fin de crear oportunidades para sus familiares e hijos.

Programas para padres

En otro programa, Valley Settlement trabaja para acabar con el aislamiento social y la desconexión de las escuelas y servicios a través de padres mentores. Originalmente diseñado para ayudar a vincular a los padres con el sistema escolar, actualmente, el programa recluta de 45 a 60 voluntarios al año para brindar apoyo en los salones de clases e involucrase con los maestros y estudiantes. Muchos de estos padres, los cuales hablan español como su primera lengua, son voluntarios en los salones de clases y ayudan a aquellos maestros que no son bilingües. Los voluntarios se comprometen a brindar apoyo en los salones a los estudiantes de primaria e involucrarse en las capacitaciones semanales para alentar el crecimiento personal y profesional. Cabe destacar que, al crear un ambiente más acogedor para todos, los voluntarios fortalecen la conexión entre las familias latinas y las escuelas.

“Ser madre mentora es un aprendizaje emocional constante,” mencionó Marlena. “Es muy emocionante socializar con otras personas e interactuar con mi entorno de una manera sana. Ser voluntaria me ayuda si estoy triste y es una gran manera de lidiar con mis emociones. El ser madre mentora me permite dedicar un poco de tiempo a los niños y aprender de ellos. Me permite ver la vida de una manera diferente”. 

Palenque LSNA fundó este programa de padres mentores. En Chicago, un grupo de comunidades comunidades negras, morenas, indígenas e inmigrantes y aliados se cuidan unas a otras y toman acciones estratégicas para lograr el cambio sistémico. Valley Settlement aprendió del programa de Palenque LSNA, lo llevó a Colorado y lo adaptó a su propio contexto. 

Otros programas de Valley Settlement que fueron diseñados específicamente para apoyar a los padres son Alma, que ofrece apoyo a domicilio para las madres que presentan depresión perinatal, y Lifelong Learning, donde los adultos toman clases en inglés, alfabetización en español, informática, matemáticas y más. Los padres mencionan que se sienten más capaces para ayudar a sus hijos con su tarea y más involucrados con su comunidad.

De la escucha a la cocreación para generar un impacto

Dado que la escucha y la cocreación con la comunidad es una parte importante de cómo Valley Settlement realiza su trabajo, el programa no se detuvo en las primeras 300 entrevistas. Dedicó tiempo a la retroalimentación, la reflexión y la evaluación en cada programa. Y, en 2021, la organización emprendió a una segunda gira de escucha, donde entrevistaron a cientos de familias migrantes latinas dentro de la comunidad para conocer directamente sus necesidades, sueños, esperanzas y miedos.

Pinela explicó que plantearon estas entrevistas con un enfoque basado en los recursos con los que cuentan, en lugar de simplemente buscar las necesidades y carencias. Lo que descubrieron fue que las familias inmigrantes a las que ayudan provienen con grandes habilidades y fortalezas. Porque son familias que han elegido abandonar lugares con violencia y pobreza extrema, la resistencia y el compromiso con la familia y con la comunidad giran siempre alrededor de sus vidas. También aportan en gran medida una sensación de integridad que proviene de muchas de sus culturas originarias para asegurase de que están “haciendo lo correcto”, sin importar quién esté viendo. 

Porque estos bienes ya existen, el verdadero trabajo de Valley Settlement consiste en escuchar a las familias, preguntarles por las soluciones de los problemas que enfrentan y, posteriormente, crear vínculos sólidos, así como los programas que apoyen esas necesidades.

Los resultados son fenomenales y han sido rigurosamente evaluados por el personal y los investigadores de Valley Settlement. Los padres están más involucrados con la comunidad y menos aislados. Los participantes de Alma muestran una disminución estadísticamente significativa en la depresión perinatal desde el principio hasta el final del programa y, después de seis meses, los resultados se mantienen. En el caso de los padres cuyos hijos participan en los programas preescolares, aumentaron significativamente la frecuencia de canto, contar historias y de leerles a sus hijos. La preparación escolar de los niños aumenta cada año: esto incluye tanto el desarrollo social y emocional que necesitan para aprender como los resultados más cuantificables, como el reconocimiento de colores, formas, números y letras. 

Recientemente, el impacto de Valley Settlement llamó la atención del filántropo McKenzie Scott, quien apoyó a la organización con 2 millones de dólares. La donación le permitirá a la organización ampliar aún más su alcance geográfico.

“Los padres con los que trabajamos están moldeando su resiliencia para sus hijos,” mencionó Tarajano Rodman. “En las tardes, fines de semana, siempre que visitamos a la comunidad, ahí están ellos. Hacer esto nos resulta natural porque nosotros somos la comunidad. Sabemos cuáles son los obstáculos porque nuestro programa se basa en lo que escuchamos; no podemos identificarlo si no preguntamos ¿Qué pasó? ¿Qué es lo que no te está funcionando?’ Nos tratamos unos a otros con amabilidad y respeto. El resultado es que nuestro trabajo nunca es el mismo. Evoluciona con cada persona”.

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