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Dota, Costa Rica, es hogar de hermosos bosques tropicales, extensas cadenas montañosas y un rico café. Pero Dota es más que un destino turístico: también es el lugar donde miembros de la Global Fellows Network (GFN) de la Fundación W.K. Kellogg y el Capítulo Costa Rica del Federación Internacional de Coaching (ICF) lanzaron el programa piloto de Liderazgo CO-ACT (Conectar, Colaborar y Actúar).
Desde marzo de 2024, CO-ACT ha conectado a miembros de la GFN con personas emprendedoras de una comunidad donde trabaja un miembro de GFN, junto con un coach (entrenador) de ICF, para conectar, colaborar y actuar colectivamente, con el objetivo de contribuir a comunidades prósperas. El programa CO-ACT también desarrolla habilidades de competencia cultural de las y los coaches.

La idea para el programa surgió durante conversaciones en el Foro Global de Liderazgo 2023 de la Fundación W.K. Kellogg en Johannesburgo, Sudáfrica. Antes de asistir, María Sáenz había estado buscando una forma de integrar su trabajo como miembro con su labor como coach de ICF.
“Comencé a pensar: ‘¿Qué podría hacer para unir a ambas comunidades?’ Hay fellows y líderes en las comunidades que quieren fortalecer sus habilidades de liderazgo, y muchas coaches de ICF trabajan en el sector corporativo y desean tener un mayor impacto social. ¿Cómo podemos construir un puente entre ambos y llevar las herramientas de coaching al mundo de los fellows y las comunidades a las que sirven?”, se preguntó.
Inspirada por la filosofía africana del Ubuntu — la idea de que todos estamos conectados — Sáenz y otros fellows del Foro Global de Liderazgo exploraron cómo poner en practica esta creencia. Sus conversaciones llevaron a la creación de un programa piloto de mentorías para miembros de GFN en América Latina y el Caribe, enfocado en apoyar a comunidades vulnerables.
El programa reunió a fellows globales, mujeres empresarias locales, profesores/ras y estudiantes de la Universidad Nacional de Costa Rica – Escuela de Ciencias Geográficas, para una serie de sesiones de mentoría individualizadas durante varios meses. El impacto fue inmediato: los participantes fortalecieron su conexión consigo mismos, su pasión por el servicio, su practicas de autocuidado y su habilidades de comunicación; profundizaron su desarrollo de liderazgo; y tomaron pasos concretos para apoyar a sus comunidades.

Para Meylin Alvarado, fellow y académica, quien se había centrado en investigar el impacto del turismo en las comunidades rurales de Costa Rica, CO-ACT le ayudó a redescubrir su pasión por la incidencia social. “Reconecté con mi pasión. Nada es más valioso ni importante que trabajar directamente con las personas en las comunidades. Decidí volver a mis raíces como líder de proyectos de extensión comunitaria. Ojalá hubiera hecho coaching hace años”, comentó.
Elizabeth, miembro de la comunidad empresarial de DOTA, dijo “Descubrir un mundo maravilloso con personas que te inspiran, que te dan confianza y te entienden es lo más importante. Eso te ayuda a ser mejor. Quiero agradecer y motivar a todos a que sigan creciendo con este proyecto tan bonito, pues es una manera de ayudar a otras personas. Todos necesitamos a alguien que nos escuche y nos entienda”.
En las encuestas, los fellows y lideres informaron que salieron de la experiencia sintiéndose mejor preparadas para balancear trabajo y la vida de manera saludable, reducir su carga de trabajo a través de la organización y delegación, y replantear los obstáculos que les impedían avanzar en su trabajo.
Noventa por ciento cree que el coaching recibido les ayudarò a alcanzar sus metas y a generar un impacto positivo en sus comunidades y organizaciones.
El éxito del programa piloto en Dota impulsó un crecimiento rápido. “Ahora tenemos un modelo que es transferible a otros países. Estamos listos para llevarlo a otros espacios”, dijo Sáenz.
El fellow Marco Sosa, quien es médico y consultor hospitalario, fue fundamental en el desarrollo del programa CO-ACT. Co-diseñó el piloto y participó como “coachee”. Shanaaz Maijet, coach, compañera de cohorte de Marco en la fellowship y amiga cercana desde hace tres décadas, conoció el piloto durante el foro en Johannesburgo.

“Le dije a Marco: ‘Quiero participar’. La Fundación W.K. Kellogg me ha convertido en una ciudadana global y ha inculcado un sentido de deber para marcar la diferencia con mi participación”, dijo Maijet. “Lo que me atrajo de CO-ACT es que la colaboración a menudo se usa como un concepto, y lo estamos haciendo mal. Necesitamos construir habilidades entre líderes intergeneracionales para hacerlo mejor”.
Sosa y Sáenz identificaron una miembro y estudiante de doctorado de México, Ulsía Urrea, quien podría trabajar con Maijet durante tres meses. A pesar de realizarse completamente por videoconferencia, el experimento de mentoría resultó increíblemente exitoso.
Este año Maijet estará implementando el programa CO-ACT con mujeres jóvenes que buscan trabajo en Sudáfrica, mientras que Sosa y Sáenz explorando alianzas para expandir el programa a los Estados Unidos y más países de América Latina.
“Nací en la misión de la Fundación Kellogg ‘de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos’, y todavía creo en eso”, dice Sosa. “Eso es lo que es CO-ACT: ayudar a otros y ayudarnos a nosotros mismos”.
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