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Comunidades indígenas de Nuevo México recuperan el trabajo de parto holístico

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All photos courtesy of BBC StoryWorks Commercial Productions

Desde el principio de los tiempos, las parteras indígenas han ayudado a innumerables generaciones de bebés a entrar en el mundo físico y a comenzar el viaje de su vida en la tierra que hoy se llama Nuevo México. Las comadronas, las doulas, las tías, las hermanas, las madres, las abuelas, las primas y las amigas, todas desempeñaron un papel en el apoyo a una madre que daba a luz. Las prácticas, los rituales y los conocimientos relacionados con el parto se mantuvieron en secreto y se transmitieron de generación en generación como parte de un conjunto ininterrumpido de tradiciones sagradas que continúan hoy en día entre las 24 tribus, Pueblos y Naciones nativas americanas de Nuevo México.

El trabajo tradicional de parto en los Estados Unidos se extiende más allá de las culturas y comunidades nativas americanas. A principios los años 1,800, había más de 800 curanderas-parteras, parteras/curanderas tradicionales de origen hispano, que atendían a familias en todo Nuevo México. Todas las comunidades de Estados Unidos dependían de las parteras y otros sistemas de apoyo colectivo para los partos. Estas prácticas eran habituales hasta hace unas pocas generaciones, cuando la medicalización del parto y el creciente dominio de la medicina occidental comenzaron a sustituir las prácticas tradicionales de parto. Esta medicalización del parto a menudo se producía a expensas de las comunidades de color, con médicos que esterilizaban forzosamente a las mujeres, operaban sin anestesia y realizaban intervenciones invasivas y a menudo innecesarias sin consentimiento.

Estado actual de la salud materna en Nuevo México

En Nuevo México, la medicalización del parto se produjo de forma más gradual debido a que sus poblaciones son en gran medida rurales y dispersas. Cuando Nuevo México se convirtió en estado, el recién creado Departamento de Salud reconoció el inmenso valor de las parteras tradicionales, al menos hasta que se pudieran establecer la infraestructura y los proveedores médicos. Con el tiempo, ese sistema tradicional de parteras fue desmantelado a través de políticas federales y estatales y de falsas narrativas que consideraban “inseguros” los partos en casa, las prácticas tradicionales de parto y las parteras tradicionales.

A pesar de los importantes avances en tecnología médica y el aumento del gasto en atención de la salud materna, Estados Unidos sigue teniendo algunos de los peores resultados en salud materna, especialmente en las comunidades de color. Muchos de estos resultados adversos tienen su origen en traumas históricos, racismo, pobreza y falta de proveedores culturalmente seguros. En Nuevo México, estos malos resultados de salud son especialmente llamativos entre las mujeres indígenas. Algunas de estas disparidades en salud incluyen:

  • La morbilidad materna grave de las mujeres nativas americanas fue un 60 % mayor que la de las mujeres negras y el doble que la de las mujeres blancas.
  • Las mujeres nativas americanas tienen el doble de probabilidades de sufrir complicaciones graves de salud durante el parto que las mujeres blancas.
  • La tasa de mortalidad materna de las nativas americanas es de 129.3 muertes por cada 100,000, en comparación con la de las mujeres blancas no hispanas, que es de 89.4.
  • Según Giving Voice to Mothers (Dar voz a las madres), un informe de Birth Place Lab (Laboratorio del lugar de nacimiento), donatario de la Fundación W.K. Kellogg, las madres indígenas experimentan las tasas más altas de maltrato por parte de los proveedores de atención médica durante el embarazo y el parto, incluido el abuso verbal, la exclusión de las prácticas tradicionales y la discriminación.

Estas estadísticas preocupantes ofrecen una importante ventana para comprender la mejor manera de abordar las disparidades para las madres indígenas, especialmente en un estado como Nuevo México, donde el 12 % de la población es indígena y el 98 % de todos los bebés nacen en hospitales.

La salud y el bienestar de los pueblos indígenas están profundamente conectados con la tierra, nuestros antepasados y nuestras prácticas culturales. Los aspectos fisiológicos del parto deben ser cuidados y atendidos, pero desde una perspectiva indígena, la salud emocional, mental y espiritual también contribuyen de manera fundamental a la salud y el bienestar general. El parto siempre ha sido un acontecimiento sagrado en la vida, y las comunidades han adoptado sus propias tradiciones y sistemas de conocimiento únicos.

Muchas comunidades llevan a cabo ceremonias y rituales antes, durante y después del embarazo. Algunas prácticas de parto incluyen cinturones o cuerdas para ayudar a pujar durante el parto, y medicinas tradicionales, baños de hierbas, oraciones y canciones especiales. Enterrar la placenta también puede desempeñar un papel clave. Sea cual sea la práctica o prácticas, todas están destinadas a proporcionar bienestar holístico a la madre que da a luz, al bebé y a su familia. Trágicamente, en el sistema de salud occidental estas prácticas a menudo se excluyen o se denuncian.

“No empecé a llamarme doula; simplemente pensaba que estaba siendo una buena tía”.

Amanda Singer

la directora ejecutiva y doula indígena

Abogacía y soluciones lideradas por indígenas para mejorar los resultados de salud

Un movimiento creciente en Nuevo México encabezado por organizaciones indígenas lideradas por mujeres aboga por un enfoque holístico del trabajo de parto que reconozca a las parteras tradicionales y las prácticas de parto culturalmente seguras como esenciales para el ecosistema de la atención al parto. El donatario de la Fundación W.K. Kellogg Navajo Birthworker Collective (El Colectivo de Parteras Navajo), dirigido por la directora ejecutiva y doula indígena Amanda Singer (diné/navajo), es una de las organizaciones a la vanguardia de este movimiento. El Navajo Birthworker Collective trabaja para mejorar la salud de las familias navajo proporcionando atención compasiva, imparcial y accesible a todas las familias que dan a luz. La organización desempeña un papel clave en la creación de la fuerza de trabajo de doulas indígenas, en particular para la nación navajo, organizando una serie de cursos de capacitación para personas interesadas en servir a sus comunidades como doulas.

“Los navajos somos una sociedad matriarcal”, dice Singer. “El amor incondicional es lo que se supone que es ser navajo. El apoyo siempre ha formado parte de nuestras enseñanzas.  La mejor descripción sería: somos tías. Ellas son las que me criaron. Y también me cuidaron, me defendieron, me protegieron. No empecé a llamarme doula; simplemente pensaba que estaba siendo una buena tía”.

Otro donatario de la Fundación W.K. Kellogg en este movimiento, Tewa Women United (Mujeres Tewa Unidas), presta servicio a muchas de las comunidades Pueblo del norte de Nuevo México. La visión de Tewa Women United se basa en P’in Haa (Aliento del corazón/vida) y P’in Nall (Tocar el corazón y el espíritu), que nutren y celebran el poder colectivo de las familias, las comunidades y Nung Ochuu Quiyo (Madre Tierra) queridas. Su programa, Yiya Vi Kagingdi (Ayudantes de la madre), desarrolló un plan de estudios de doula indígena y ha graduado a varios grupos que ahora sirven a familias de todo el estado.

Ambos grupos han ayudado a reformar las políticas estatales y han abogado por una mejor integración de las parteras indígenas y las prácticas tradicionales de parto en los sistemas locales de atención de la salud. Entre las victorias más notables se encuentran:

  • Negociar y asegurar los reembolsos de Medicaid para las doulas, las consejeras de lactancia y un mayor reembolso para las parteras.
  • Influir en el proceso de acreditación del Departamento de Salud de Nuevo México para garantizar diversas vías para convertirse en una doula reembolsable por Medicaid.
  • Modelar la legislación reciente que exige a los hospitales y centros de maternidad independientes que permitan a las doulas acompañar a sus pacientes en determinados servicios.

Otros donatarios de la Fundación W.K. Kellogg en Nuevo México se han aliado con este importante movimiento, entre ellos el Departamento de Partería de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Nuevo México (University of New Mexico College of Nursing’s Department of Midwifery), que ha redoblado sus prácticas de contratación y retención de estudiantes parteras indígenas, y la Asociación de Doulas de Nuevo México (New Mexico Doula Association), que ahora ofrece becas para la capacitación de doulas.

Si bien algunos embarazos de riesgo requieren un enfoque más multifacético, la investigación académica ha demostrado que una fuerza laboral perinatal diversa y culturalmente segura que incluya parteras y doulas puede mejorar los resultados de salud, específicamente en la reducción de partos por cesárea, partos prematuros y duración del trabajo de parto. El apoyo y la experiencia que brindan las doulas y las parteras también pueden reducir la ansiedad y el estrés para la madre y el bebé que están dando a luz, lo que puede conducir a mejores resultados de salud para ambos.

Este creciente movimiento de parteras indígenas es una oportunidad de oro para apoyarse en un “enfoque de visión de dos ojos” (Two-Eyed Seeing Approach), en el que las familias pueden beneficiarse de los enfoques indígenas y occidentales. Podemos valorar ambos sistemas de conocimiento como partes complementarias de un todo, garantizando que las madres y los padres indígenas tengan la libertad de honrar el acontecimiento sagrado del nacimiento de la manera que sea mejor para ellos y su bebé.

Explore videos and stories demonstrating the beauty and unity that accompany birth. Experience this sacred rite of passage through the eyes of birth workers and the families they serve in Alaska, Mexico and New Mexico.

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