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Cuando llegó la pandemia de COVID-19 a Detroit en marzo de 2020, los desafíos a los que se enfrentó la ciudad fueron instantáneamente abrumadores y letales.
La ciudad, con un índice de pobreza superior al 30 % y una población que es casi un 80 % negra y casi un 94 % de personas de color, se convirtió en un foco de pruebas positivas de COVID, hospitalizaciones y muertes.
A principios de abril de 2020, cuando el estado de Michigan investigó los casos y las muertes, se determinó que las personas de raza negra constituían el 14 % de la población del estado, representaban el 33 % de los nuevos casos de COVID-19 y el 40 % de las muertes. La disparidad en los contagios y las muertes impulsaron el diálogo sobre el acceso no equitativo a los determinantes sociales de la salud (las condiciones en las que la gente nace, crece, trabaja, vive y envejece) en el estado, además de dar lugar a que la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, creara el Michigan Coronavirus Task Force on Racial Disparities (Grupo de trabajo sobre las disparidades raciales relacionadas con el Coronavirus en Michigan) el 20 de abril de 2020.
Las entidades donatarias en Detroit de la Fundación W.K. Kellogg se movilizaron para apoyar la salud y el bienestar de los miembros de su comunidad de maneras extraordinarias, creando nuevos enfoques de trabajo y formando nuevas colaboraciones para mejorar la asistencia que recibe la población más vulnerable.
La WKKF habló con los representantes de tres donatarios sobre las prácticas innovadoras y colaborativas que desarrollaron. Entre estos representantes se encuentran Mary Carmen Muñoz, directora ejecutiva de Latin Americans for Social and Economic Development (LA SED); Jametta Lilly, directora ejecutiva de Detroit Parent Network (DPN); y el Dr. Phillip Levy, profesor de medicina de urgencias, vicepresidente adjunto de Translational Science and Clinical Research de la Wayne State University (WSU) y director de innovación de Wayne Health. Sus comentarios se han editado en aras del espacio y la claridad.
WKKF: ¿Cómo afectó la pandemia de COVID-19 a su trabajo?
Muñoz: Los servicios se hicieron virtuales. Hacíamos llamadas telefónicas, proporcionábamos comida, apoyo con la renta, apoyo con el pago de servicios públicos y muchas de las personas que cumplían los requisitos para solicitar seguro de desempleo no sabían cómo usar una computadora y no tenían más que un teléfono para conectarse a Internet. Me reunía con ellos aquí, en nuestras instalaciones, nos poníamos un cubrebocas para que se inscribieran en el programa de beneficios. Desafortunadamente, había quienes no tenían documentos; ellos sufrieron terriblemente. No pudieron recibir ese tipo de ayuda. Hubo ocasiones en que pudimos apoyarlos dándoles dinero en efectivo.
El idioma también fue una barrera. Hubo veces en las que tuvimos que fungir como traductores que no podían estar presentes con sus seres queridos cuando fallecieron. Hice eso por una mujer que estuvo casada con el mismo hombre por 68, 70 años, quien no pudo estar allí para sostenerle la mano mientras moría. Fue un privilegio haber estado ahí y haber podido apoyarla, pero es algo que nunca superaré.
Lilly: En marzo de 2020, como todo el mundo, nos preguntamos: “¿Qué hacemos?”. Estaba claro que contábamos con un grupo increíble en el estado, quien nos guio durante el inicio de la pandemia. Sin embargo, la realidad era que la gente en los vecindarios no prestaba atención a esas acciones. Un domingo, todas estas organizaciones se reunieron en una videoconferencia para discutir cómo acercarnos a estos grupos.
Con la Detroit Public Television (DPTV) como socio principal de comunicación, otros socios nos apoyaran con su capacidad de organización y su influencia en la comunidad donde ya eran recursos de confianza desde hace tiempo. Pusimos en práctica un enfoque colaborativo para difundir los recursos a las personas a través de una serie de reuniones virtuales, los COVID313 Virtual Town Halls. Teníamos un grupo central de 10 a 15 organizaciones, al que llamamos el equipo de producción. Reunimos recursos de confianza en torno a la salud, la educación, las necesidades básicas y la justicia social, y los difundimos. Nuestra meta era empoderar a los padres para ayudarlos a tomar mejores decisiones.
Salvo DPTV, ninguno de nosotros era especialista en comunicación, pero en nuestro grupo había gente experimentada en la organización. Lo que resultó novedoso fue usar Zoom y Facebook para hacer transmisiones en vivo y así conectar con las personas. La forma en que difundimos ahora la información es la siguiente: cada socio promociona el evento, nosotros realizamos la reunión pública en tiempo real y luego publicamos las grabaciones en nuestros sitios web. Tenemos 95 emisiones en nuestro archivo y nos han visto más de 400,000 personas.
Dr. Levy: El COVID-19 actuó como un catalizador para acelerar un proyecto que ya estaba en marcha antes del inicio de la pandemia. Como profesor de medicina de urgencias en la WSU, pude observar cómo muchos jóvenes presentaban factores de riesgo de enfermedad cardiovascular sin controlar. Nuestra meta era identificar las áreas de mayor concentración de estos factores. Así nació PHOENIX, un proyecto de investigación conocido como Intercambio de Información y Resultados de Salud de la Población. Este proyecto tenía como objetivo recopilar información de los miembros de la comunidad, analizar y agrupar los datos para comprender mejor el riesgo cardiovascular en toda la comunidad.
La tasa de mortalidad por enfermedades cardíacas en Detroit es casi el doble que la del resto del país. Esto se debe a la hipertensión no controlada, la cual identificamos en las personas atendidas en urgencias. Si obtienes datos en las salas de emergencia de diferentes personas de una misma comunidad a lo largo del tiempo, se puede comprender cuál es el riesgo en una comunidad, a lo largo del tiempo y en qué áreas se puede intervenir. Nuestra meta siempre ha sido emplear la información para crear equidad en términos de resultados de las enfermedades cardíacas; sin embargo, como se vio con la pandemia de COVID, es una herramienta que puede aplicarse a casi cualquier enfermedad o factor de riesgo.
Comenzamos a superponer la información sobre el COVID al resto de los datos de PHOENIX, y resultó que estábamos perfectamente preparados para identificar dónde se encontraban los riesgos de contagio por COVID en la comunidad. Comenzamos a trabajar con Ford Motor Company para desarrollar vehículos que se dirigieran a las zonas de mayor riesgo de la comunidad. En marzo de 2020, marcamos la pauta al enviar vehículos a zonas de alta vulnerabilidad social para llevar pruebas de COVID a las comunidades.
Con el tiempo, nuestro programa de pruebas evolucionó hasta abarcar otros aspectos, como la detección de la hipertensión, la diabetes, el colesterol alto, las enfermedades renales y el VIH. Además, comenzamos a proporcionar servicios de orientación y asistencia a través de defensores de la salud de la Detroit Parent Network, junto con trabajadores comunitarios de la salud de Wayne Health. Esto aseguró que las personas tuvieran acceso a recursos para mantenerse seguras y aislarlas en caso de necesidad, mientras abordábamos otros problemas de salud además del COVID. Básicamente, evolucionamos hacia un modelo de salud poblacional portátil. Imaginamos que mucha de la atención empezará a tener el impulso de los trabajadores comunitarios en salud. Con el tiempo, nuestras pruebas de detección de COVID se convirtieron en vacunas de COVID.
Hemos tenido más de 71,000 citas con pacientes, trabajado con más de 250 socios comunitarios y organizado más de 1,000 eventos. Gracias al financiamiento de la WKKF, pudimos ampliar nuestro modelo para incluir otros programas móviles en la región y utilizar los datos de cobertura de vacunación a nivel comunitario de PHOENIX para identificar las zonas con un índice bajo de vacunación. Gracias a estos esfuerzos, hemos contribuido al aumento de la vacunación hasta en un 25 % en vecindarios de toda la ciudad de Detroit.
WKKF: ¿Qué problemas abordaron? ¿Qué soluciones pusieron en marcha?
Muñoz: Nuestra comunidad no estaba recibiendo vacunas. El idioma era una barrera. Los formularios estaban en inglés y eso confundía a las personas. El departamento de policía dirigía el tráfico en las grandes clínicas de vacunación y había una gran presencia de camiones de la patrulla fronteriza en el TCF Center, frente al río. Además, había establecimientos de atención urgente en la comunidad que estafaban a la gente, cobrando hasta 250 dólares por vacuna. Nuestra comunidad no sabía adónde ir. Empecé a tocar la puerta del ayuntamiento de Detroit y finalmente logré que se instaurara una clínica en el gimnasio de nuestro centro para adultos mayores y jóvenes. Nos dijeron que nos darían 100 dosis y que no las usaríamos todas. En nuestra primera clínica vacunamos a 280 personas.
Organizamos clínicas de vacunación cada dos semanas durante el mes de junio y continuamos organizando visitas sorpresa. Nunca tuvimos que tirar ni una sola dosis. Tenemos una tasa de éxito del 97 % para que la gente regrese por una segunda dosis. Recopilamos la información de las personas que se vacunaban y utilizamos nuestros recursos para hacer un seguimiento. Llamamos a la gente y les decimos que ya pasaron tres semanas, y que les toca la segunda dosis. Y luego nos aseguramos de que tengan transporte para que vengan a recibirla. Si no tienen un transporte, se lo proporcionamos.
Lilly: En Detroit, en concreto, veíamos a personas muy vulnerables. Ellas mismas o sus familiares estaban muy enfermos, acudían a la sala de emergencias y solo se les decían que volvieran a casa. Faltaba una infraestructura conformada por personas de la comunidad que hablaran con otras personas de la misma para obtener la información y los recursos que necesitaban; por ejemplo, el acceso a alimentos o saber qué hacer si se vive una crisis de vivienda. ¿Qué haces si vives en un hogar que tiene dos cuartos, con ocho o nueve personas, y, ahora, tu abuela se encuentra en el hospital con un respirador artificial? Nos asociamos con otras cuatro organizaciones para capacitar a los padres de cuatro a seis semanas para que llamaran a las familias y les preguntaran: “¿Cómo están? ¿Qué necesitan? ¿Qué puedo hacer por ustedes?”. Lo que creamos fue un grupo de personas capacitadas para hacer un seguimiento de los pacientes y sus familias y, a nivel de triaje, ponerlos en contacto con los recursos.
Wayne Health contrató a Detroit Parent Network para que nuestros defensores de la salud familiar trabajaran junto a sus equipos clínicos y realizaran pruebas COVID en sus unidades de salud móviles. Después, eso se extendió a las vacunas. Mientras esas camionetas se desplazaban y administraban vacunas en programas comunitarios, iglesias y escuelas, los defensores de la salud familiar, capacitados por DPN, recopilaban información, evaluaban si las personas requerían atención primaria y las conectaban con recursos de salud mental, alimentación y atención infantil temprana en la comunidad. Trabajando juntos, nos enfocamos en abordar las disparidades en salud. En noviembre, nuestros dos primeros defensores obtuvieron el certificado de agentes comunitarios de salud.
Dr. Levy: Al principio había restricciones sobre a quiénes se le podían hacer las pruebas. Pensábamos que todo el mundo debía someterse a las pruebas, pero los suministros y los recursos eran muy limitados. Uno de los mayores problemas era la cadena de suministro. Nos pusimos creativos. Empezamos a hacer nuestros propios suministros, fabricándolos en nuestros laboratorios. El retraso de los resultados de las pruebas ha sido un reto constante. Fue un problema encontrar, desde el principio, laboratorios asociados que pudieran entregar los resultados en menos de tres días. Nos pusimos en contacto con el Garcia Laboratory en Jackson, que realizaba pruebas en prisiones. El inicio fue un poco lento, hasta que las prisiones empezaron a hacer pruebas de rutina, por lo que se mostraron dispuestas a trabajar con nosotros. Desde entonces, hemos trabajado con RapidBio y ahora con Ion, y ambos han sido socios estupendos. Últimamente, nuestro mayor problema es la mano de obra. Para nosotros, es difícil mandar a personas en nuestros vehículos a la comunidad, bajo todo tipo de condiciones meteorológicas.
Otras barreras que tuvimos que superar se centran en el flujo de información. Es muy sencillo obtener resultados para las personas que usan con facilidad los teléfonos inteligentes, pero es complicado si eres mayor y no entiendes la tecnología o si la brecha digital hace que no dispongas de ella. Tuvimos que buscar soluciones para eso. Empezamos a trabajar con Patient Education Genius, una empresa que se dedica a difundir información a los pacientes mediante sistemas de envío de mensajes de texto. Entonces, podemos ver quienes no abren los mensajes de texto y llamarles. En algunos casos, tenemos que hacer visitas a domicilio.
Desde la perspectiva de un profesional de la salud, probablemente el mayor problema que veo es la desinformación y la desconfianza que la gente tiene en fuentes de información más tradicionales, como los CDC. Hemos trabajado arduamente para establecer confianza en las comunidades a las que servimos. Como nos hemos mantenido firmes y hemos estado allí en los mismos lugares una y otra vez, la gente está familiarizada con quiénes somos y sabe que somos buenos para ella. Hemos visto que muchas organizaciones quieren volver a hacer las cosas como antes, pero nosotros no lo haremos. Ahora somos sinónimo de salud móvil.
WKKF: ¿Qué lecciones aprendieron?
Muñoz: Siempre tenemos que contar con la opinión de nuestra comunidad, porque nos la tomamos en serio. Así podemos evolucionar con rapidez. Esa es la clave de la longevidad de esta organización. Nuestro punto fuerte es que podemos adaptarnos muy bien. El compromiso con nuestra comunidad es lo que nos ha impulsado durante estos dos años.
Lilly: Intentamos mantenernos en nuestro nicho, involucrando auténticamente a los padres y poniéndolos en contacto con los recursos que necesitan, de padres a padres y en pequeños grupos. Proporcionamos capacitación y entrenamiento a los padres de Detroit; les damos la oportunidad de mejorar su propia salud y movilidad económica, así como obtener la certificación necesaria para trabajar en organizaciones como las de planes de atención médica. Cuando empezamos a hacer esto, habría esperado que, a estas alturas, tuviéramos un crecimiento de entre seis y diez defensores de la salud familiar. Nos hemos dado cuenta de que ni siquiera tenemos candidatos para los puestos. Entonces, hoy solo tenemos cuatro.
El mes que viene, haremos una pausa y un rediseño para que la DPN se convierta en la vía para conseguir que más personas de los programas comunitarios, incluyendo a más hombres jóvenes negros, participen en programas de atención médica basados en la comunidad en este primer nivel de rol de apoyo comunitario. En última instancia, queremos que trabajen de tiempo completo en una institución como Wayne Health, donde pueden obtener créditos adicionales a través de una escuela de capacitación o del trabajo social. Así, a medida que los formamos, nuestros padres pueden pasar por un proceso para obtener su formación, ser contratados por un Wayne Health y luego acceder a una educación continua y empezar a especializarse. Podrían dedicarse a algo como la geriatría, por ejemplo. Es emocionante.
Dr. Levy: Hay una forma mejor de prestar servicios de salud que la que hemos empleado. Es una pena que haya hecho falta una pandemia para darnos cuenta de ello. Hay muchas cosas que nos empujan a volver al modelo de salud tradicional. La pandemia evidenció que todo el sistema de salud es muy endeble. Lo que necesitamos es un nuevo modelo de atención que sea mucho más proactivo y dé a la gente la oportunidad de obtener exactamente lo que necesita para prevenir cosas como las enfermedades cardíacas. Gran parte de lo que vemos en urgencias es consecuencia de lo que ocurrió, o con más frecuencia, no ocurrió a las personas anteriormente con respecto a los factores de riesgo. Las personas que acuden con con infartos de miocardio tuvieron algo antes que les llevó a ese desenlace.
Ahora, debido a la pandemia, sabemos que podemos actuar de forma diferente. También sabemos que la gente quiere recibir la atención de otra manera. Nuestras clínicas móviles funcionan por orden de llegada. Para recibir atención, basta con presentarse. Tenemos la información archivada. No tenemos que hacer preguntas a los pacientes, basta con que actualicen su información en una tableta. En 10 minutos les ponemos en contacto con un trabajador de la salud de la comunidad. Resulta muy práctico. Así es como debemos concebir la prestación de servicios de salud.
WKKF: ¿Qué más les gustaría que supiéramos?
Muñoz: Un sacerdote de esta comunidad, predominantemente inmigrante del suroeste de Detroit, nos fundó en 1965. Tenemos una historia de servicio en esta comunidad. Siempre ha sido parte de lo que hacemos. Tu fe, tu familia y tu humanidad: ayudas donde puedes.
Aunque han sido momentos difíciles, les puedo decir que la bondad de la gente en general ha sido asombrosa. Estas personas, y eran apenas un puñado de ellas, tocaban a la puerta y me entregaba un sobre con 25 dólares o 10 veces esa cantidad. Eso pasó muchas veces. No querían ningún tipo de agradecimiento o reconocimiento. Solo querían hacerlo por sus vecinos. Una persona cobró su seguro dos veces y nos lo dio. Nos dijo “Tengo suficiente para comer y pagar la renta. ¿Qué más necesito?”. La gente es asombrosa.
Lilly: La colaboración que dio pie a COVID313 Virtual Town Halls fue muy especial. Hace tiempo que trabajo aquí. He visto colaboraciones que, francamente, fueron impulsadas por fundaciones o apoyadas por una subvención, y se disolvieron porque las personas implicadas no tenían el espíritu de cooperación necesario. Este es un grupo profundamente diferente. Este grupo de personas se reunió de forma voluntaria por nuestra comunidad. Creamos un grupo directivo y hablamos de cómo abordamos las cuestiones de impacto social. Abordar el tema de la pandemia de COVID no es solo hablar de la dinámica del COVID, sino de las disparidades de salud subyacentes, y los demás problemas, medioambientales, de salud, ese tipo de cosas.
Dr. Levy: Una de las cosas más importantes que hacemos es la divulgación médica en la comunidad. Literalmente, salva vidas. Había una mujer que no había acudido a una consulta médica en dos años. Un trabajador de salud de la comunidad la convenció para que se tomara la presión. Tenía hipertensión. Tuvo acceso a los servicios de salud. Podría haber sufrido un derrame cerebral si no hubiera recibido esa atención. Eso no habría ocurrido si no hubiéramos pensado en hacer llegar la asistencia médica a la gente de una manera diferente. La pandemia de COVID es un punto de inflexión en la historia. Debemos aprovecharlo para darnos cuenta de lo que las personas necesitan y reconocer que podemos mejorar.
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