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Rodeada de un paisaje desértico de tonos rojizos y marrones, Kristen Rome recuerda haber escrito una nota en un garrafón de agua para los viajeros que pronto cruzarían subrepticiamente la frontera de Estados Unidos con México y se adentrarían en el sur de California. Quería darles esperanza.
“Recuerdo que escribí: Eres amado”, señala la oriunda de Nueva Orleans. “Y creo que escribí algo como: Sigue adelante”.
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Kirsten Rome, de raza negra, es la directora ejecutiva del Centro para los Derechos de los Niños y Niñas de Luisiana, y había viajado a la frontera sur para comprender mejor la difícil situación de los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos de América, en muchos casos sin nada más que la ropa que llevan puesta. Quería transmitir lo que había aprendido allí a Nueva Orleans, donde veía que cada vez más familias latinas se enfrentaban al sistema judicial de la ciudad.
Dicho viaje había sido organizado en abril de 2023 por Our Voice Nuestra Voz (OVNV), un grupo de activistas sin fines de lucro creado en 2015 y un donatario de la Fundación W.K. Kellogg, como parte de su misión principal: acercar a las comunidades de raza negra y morena de Nueva Orleans, ayudarles a comprenderse mejor unos a otros y unirlas en un esfuerzo por mejorar la calidad de vida de las personas y culturas que forman parte integral de la vida de la ciudad del Cuarto Creciente
El viaje a la frontera reunió deliberadamente a veinte líderes de las comunidades de raza negra y latina de Nueva Orleans, “para que comprendieran que (la inmigración) no es solo una cuestión de personas de piel morena”, afirmó Mary Moran, fundadora de la OVNV.
Nueva Orleans es una ciudad portuaria y la historia de sus habitantes está llena de desplazamientos y mestizaje cultural. Aunque muchas familias de raza negra fueron desplazadas por el huracán Katrina en 2005, el 58% de la población de Nueva Orleans sigue siendo predominantemente de raza negra. Y la población latina sigue creciendo, constituyendo alrededor del 6% de los residentes en 2022 tras sumar a más de 7 mil personas desde el año 2000, según The Data Center, un centro de investigación sin fines de lucro que da seguimiento a los datos demográficos en todo el sureste de Luisiana.
Sin embargo, estos distintos grupos étnicos de Nueva Orleans se enfrentan en gran medida a los mismos problemas causados por la pobreza desproporcionada, el racismo sistémico, la falta de acceso a la educación y las escasas opciones de movilidad económica ascendente.
Para Moran, originaria del centro-sur de Los Ángeles y descendiente tanto de personas de raza negra como morena, la unidad es la mejor manera de que la gente se enfrente a estas barreras y las supere. La comprensión mutua de estas culturas no solo puede ayudar a superar las diferencias, sino que también empodera a las personas para catalizar el cambio, afirma.
“Soy una romántica empedernida con respecto a nuestro futuro”, asegura, “y creo que cada vez hay más gente que se contagia de ese sentimiento”.
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El modelo de OVNV es sin duda una iniciativa de bases, en el que sus miembros promueven su estrategia de crear una “infraestructura de ayuda”.
Tras el paso del huracán Ida en 2021, la OVNV designó a los líderes de los vecindarios para que dirigieran su labor de difusión, una iniciativa que alimentó y ayudó a cientos de familias desplazadas durante las primeras semanas del proceso de reconstrucción.
Inspirándose en la larga tradición de los Social Aid and Pleasure Clubs establecidos en Nueva Orleans durante el siglo XIX para que las familias de raza negra cubrieran de manera colectiva los gastos médicos y funerarios, la OVNV fundó el Community Defense Fund durante la pandemia del COVID-19. Este fondo recaudó y entregó $100,000 a las familias de raza negra y morena afectadas por la consiguiente paralización económica. Tras el paso del huracán Ida en agosto de 2021, se han destinado $220,000 de la OVNV a familias que se enfrentan a la inseguridad de vivienda o a la incertidumbre sobre su situación migratoria.
Cada año, la OVNV organiza el evento “Black and Brown Get Down” para reponer esos fondos.
Es un evento en el que no solo se recauda dinero, sino que también se comparte la vitalidad de las culturas latina y de raza negra, especialmente la tradición de los indígenas del Mardi Gras, un referente cultural que también se remonta al siglo XIX. Los habitantes de raza negra de Nueva Orleans que pertenecen a estas “tribus” enfocadas en la comunidad confeccionan trajes de pedrería y tocados de plumas que emulan las vestimentas tradicionales de los nativos americanos y desfilan por las calles en determinados días festivos. Aunque es incierta la historia de sus orígenes, prevalece la teoría de que provienen de los esclavos liberados que rinden homenaje a los nativos americanos que les ayudaron a escapar de la esclavitud.
La OVNV también está incursionando en las escuelas de Nueva Orleans, donde predominan los alumnos de raza negra, pero que están recibiendo una mayor afluencia de niños y niñas de habla hispana, reconocido como el sector de la población estudiantil de Nueva Orleans que está creciendo con mayor rapidez. Se creó para capacitar a los educadores y al personal de apoyo de diez escuelas a fin de atender mejor a estos alumnos y a sus familias, lo que incluye ofrecer un desarrollo profesional orientado a crear empatía y fomentar el entendimiento entre las culturas.
Los retos comunes a los que se enfrentan las comunidades de raza negra y morena eran evidentes en la frontera. A Rome le sorprendió el número de inmigrantes de raza negra, en su mayoría haitianos, que llegaban a los Estados Unidos a través de México después de atravesar varios países a pie. Es una historia que, en su opinión, aún sigue sin contarse y que se asemeja a la experiencia de la población de raza negra con la de tantas personas que llegaron a Nueva Orleans procedentes de Centroamérica y América del Sur.
Para finalizar, Rome afirma que: “Cuando la narrativa es clara y la historia se comparte, hay mayor capacidad de entender”.
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