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Compromiso con la comunidad para luchar contra el COVID-19 en Haití

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Photo by: Mikaela Raphael for HEI

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El Dr. Inobert Pierre ha presenciado muchos casos de urgencia. En 2010, después de trabajar durante ocho años como pediatra en el Hospital St. Boniface en Fond-des-Blancs, Haití, se convirtió en el director general de la institución. Unos meses antes, un terremoto causó la muerte de más de 100,000 compatriotas y, durante la década siguiente, dirigió el hospital a través de una incesante serie de crisis.

El terremoto no dañó al Hospital St. Boniface, pero destruyó una de sus clínicas satélites, y muchos desplazados de la capital, que fue la más afectada, se trasladaron a zonas rurales, como Fond-des-Blancs, trayendo consigo un sinfín de necesidades de atención médica. Más tarde ese mismo año, Haití se vio afectado por una epidemia de cólera que eventualmente afectaría a más de 800,000 personas. Seis años después, el huracán Matthew azotó el suroeste del país. Desde entonces ha habido sequía, hambruna, inestabilidad política y violencia. St. Boniface ha respondido a todo esto y ahora está luchando contra el coronavirus.

Inevitablemente, el personal se ha convertido en experto en responder a las catástrofes. Para Pierre, una lección destaca sobre las demás.

La lección número uno

“Siempre intentamos que la comunidad sienta que este es su hospital”, dice el Dr. Inobert Pierre, director general del Hospital St. Boniface.

“Sea lo que sea que estemos haciendo”, explicó el Dr. Pierre durante una sesión en Zoom desde Fond-des-Blancs, ubicada en las montañas del sur de Haití, “siempre debemos involucrar a la comunidad”.

Después del huracán Matthew, “teníamos la capacidad de evaluar los daños a las casas. Podríamos haberlo hecho solos, pero optamos por involucrar a un grupo de la comunidad que tuviera experiencia al respecto. Nos ayudaron en la recopilación de datos y todo funcionó muy bien. Sintieron que habían participado en la ayuda a las personas afectadas por el desastre. Así, comprendimos que, para tener éxito en todo lo que hacemos en la comunidad, tenemos que involucrar a las personas de la comunidad”.

En parte, es una cuestión de seguridad. “A veces, hacemos algo positivo y nos felicitamos por ello”, señala Pierre, “pero… si la comunidad no participó y ese algo se ve amenazado, no podremos contar con la comunidad para protegerlo”.

En algunas zonas rurales de Haití, el temor a que el coronavirus toque a sus puertas ha generado ataques contra el personal médico, los pacientes y las instalaciones. Sin embargo, en Fond-des-Blancs esto no ha ocurrido, y Pierre lo atribuye a la participación temprana y sostenida de la comunidad.

“A veces, hacemos algo positivo y nos felicitamos por ello, pero… si la comunidad no participó y ese algo se ve amenazado, no podremos contar con la comunidad para protegerlo”.

“Lo que hicimos, incluso antes de saber que íbamos a tener un centro de tratamiento del coronavirus”, señaló Pierre, “es que trabajamos con todos los líderes de la comunidad. Les explicamos qué es la enfermedad y cómo se contrae, cómo pueden participar protegiéndose a sí mismos y protegiendo a la comunidad”. (En abril, Build Health International, socio de St. Boniface desde hace mucho tiempo, concluyó las salas de coronavirus y un área de triaje en el hospital).

El personal del hospital realizó diversas reuniones con líderes religiosos (cristianos y vodun), personal docente y directores de escuela y otros miembros de la comunidad, como organizadores de peleas de gallos, que pueden atraer a mucha gente. “Les asignamos responsabilidades”, señaló Pierre. “Les dijimos que, con respecto al virus, el hospital juega un papel, pero ellos también tienen que participar. Y así es cómo se han involucrado desde el principio”.

Aproximadamente un mes antes de que se identificaran los primeros casos de coronavirus en Haití, el personal del hospital capacitó a 63 trabajadores de salud comunitarios (CHW, por sus siglas en inglés) para enseñar a sus vecinos sobre las medidas de prevención contra el COVID-19. Algunos de los CHW también están trabajando con líderes de la comunidad en el rastreo de contactos y continúan educando al público sobre el coronavirus a través de un programa de radio semanal, mientras el personal de enfermería comunitario emite mensajes desde camiones con altoparlantes en mercados abiertos y en las calles.

Acercándonos más a la comunidad

La historia del creciente compromiso del Hospital St. Boniface con la comunidad va más allá que su respuesta ante las crisis. Las cosas han cambiado mucho desde que comenzó a operar como una pequeña clínica en 1992, cuando dependía de equipos médicos que venían del extranjero.

La instalación creció a lo largo de los años y su expansión se aceleró después del terremoto de 2010 debido al aumento de las necesidades médicas y al incremento del financiamiento. Fue entonces cuando desarrolló el primer programa de rehabilitación de lesiones de la médula espinal del país; la única unidad de cuidados intensivos neonatales de 24 horas en un área de casi 3 millones de personas, y un nuevo centro de salud materna; sala de emergencias; y centro de enfermedades infecciosas; además, cuenta con un centro quirúrgico, donde realizan más de 300 cirugías necesarias al mes (aunque este número se ha reducido desde que surgió el COVID-19). Actualmente, St. Boniface es aproximadamente cinco veces más grande de lo que era que antes del terremoto.

De acuerdo con Conor Shapiro, presidente y director general de Health Equity International (HEI), organización con sede en Estados Unidos que respalda a St. Boniface, vale la pena mencionar que ha habido otro cambio fundamental en las operaciones.

Fotografía de: Mikaela Raphael de HEI

“Nosotros, como institución con más de 30 años de trayectoria, nos hemos alejado de un modelo de equipo médico visitante para desarrollar realmente la capacidad local”, comentó Shapiro, “y eso ha sido fundamental para obtener esta respuesta [a la pandemia]”.

Hoy, la organización tiene más de 500 empleados en Haití, y todos son haitianos. El hospital envió a los residentes de las comunidades locales a estudiar y luego los contrató en puestos médicos y no médicos (contabilidad y plomería). También capacita y proporciona estipendios para trabajadores voluntarios de salud comunitaria que pertenecen a las comunidades a las que sirven.

Shapiro reconoce que los voluntarios y la experiencia recibida del exterior han sido de gran ayuda para Haití a lo largo de los años, incluso después del terremoto. Además, señala que el enfoque de HEI en desarrollar la capacidad de un equipo local, que diariamente maneja emergencias locales, ha posicionado a St. Boniface para responder de manera efectiva a este desastre.

No será fácil. A medida que aumentan los casos de coronavirus en Haití, hay muchos motivos de preocupación. A Pierre le preocupa poder reponer el equipo de protección personal lo suficientemente rápido, asumir la carga de la atención médica de gran parte del sur de Haití y continuar atendiendo las necesidades médicas que existían antes: St. Boniface estaba colapsado en tiempos normales y, como dijo el doctor Pierre, “las enfermedades comunes no han desaparecido”.

Sin embargo, Pierre parece seguro. Al preguntarle porqué se sentía esperanzado en un momento tan difícil para Haití, respondió que es la determinación de su personal. “No le tenemos miedo a nada”, dijo. “Haremos todo lo que podamos”.

El invierno pasado, los medios publicaron una gran cantidad de artículos sobre el décimo aniversario del terremoto en Haití. La mayoría retrató un panorama sombrío de un país que nunca se recuperó. Pero CBS News tuvo una opinión diferente. Durante su visita al Hospital St. Boniface, el reportero mostró a los espectadores lo que él llamó, “una luz en el camino hacia un futuro esperanzador”.

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